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Argentine Suite

Kirsten Mosel

10.5.18 - 16.6.18

Es bastante usual que la obra de Kirsten Mosel sea etiquetada como “abstracta”, sin embargo, acusando un poco de rigurosidad intelectual, es necesario explicar a qué nos referimos cuándo utilizamos esta palabra, qué decimos cuándo decimos “abstracto”. Estas cómodas etiquetas que nos proveen la historia y la teoría del arte suelen agrupar un sin fin de gestos, acciones, estilos e ideas estéticas diversas de manera irreflexiva. En la práctica, lo “abstracto” en pintura, suele denominar a todas aquellas obras que no son “figurativas” es decir, que presentan una visualidad final que no espeja la realidad, que no es mimética. Sin embargo, a mí me gusta el termino porque remite, necesariamente, a un proceso más que a un resultado, abstraer no es otra cosa más que extraer de la realidad un rasgo o cualidad y separarle de su origen. Es un proceso en el que se hace pasar la realidad por un tamiz para que aquello que sobra, que distrae, que decora, que estorba, se filtre y solo queden los elementos radicalmente necesarios para que esa cosa exista.

 

En este sentido, el trabajo de Kirsten es abstracto, sus formas orgánicas de colores puros que parecieran hacer referencia a formas existentes, desprovistas de rasgos claros de identidad pero siempre con un anclaje en la realidad, son un rasgo inequívoco de lo abstracto, consolidado en los títulos de sus trabajos: “Ventana”, “Texto”, “Libro”, “Cuerpo” (1).

 

Sin embargo, la idea de lo abstracto en la obra de Kirsten abarca también a su modus operandi que es un ejercicio de abstracción del acto de pintar en sí mismo. Su práctica pictórica ha sido pasada por un tamiz y ha sido filtrada decantándola y extrayendo de ella sus partes esenciales, encontrando en el color y la superficie los elementos fundamentales de la pintura.

 

Esta Suite Argentina es en sí misma, una abstracción, que funciona como el final de una investigación pictórica profunda cuyo comienzo está directamente relacionado con la llegada de Kirsten a Buenos Aires hace ocho años. El título, cuidadosamente escogido, tiene una doble referencia. Por un lado, suite, en música, es una composición formada por varias piezas instrumentales dispares con algún elemento de unidad entre ellas, por el otro lado suite, es también, un conjunto de dos o más habitaciones, comunicadas entre sí, que forman una unidad en un hotel. Las dos acepciones de la palabra se basan en la idea de continuidad. Esta exposición funciona de manera analógica: un conjunto de piezas disimiles que comparten un origen y forma que las conecta unas con otras y que juegan con la idea clásica de la pintura donde el tradicional lienzo blanco es remplazado por varias capas de lona industrial de colores. Esto le permite a Kirsten componer cromáticamente, pintar si se prefiere, por medio de la sustracción y no de la adición de material, operación que ella denomina cutout, su gesto distintivo, una especie de marca registrada con la cual elabora toda su obra desde que abandonó las herramientas tradicionales del pintor hace varios años.

 

En esta ocasión, Kirsten ha dispuesto una serie de fotografías intervenidas que acompañan los grandes “cutouts”. En estas imágenes, nos encontramos con formas enteras recortadas que nos dejan ver solo el vacío de un objeto que no alcanzamos a reconocer de lleno. Una operación con la que Kirsten que desnuda la fotografía misma como artificio mimético pero también que se presenta como un guiño en la que se nos deja entrever algo de su cocina, una parte de su proceso de abstracción que normalmente permanece invisible a los ojos del espectador.

 

Todas las piezas que integran esta Suite son atravesadas por una suerte de aire de familia donde la abstracción se constituye como origen inequívoco, permaneciendo siempre en el borde entre la figuración y la pura forma concreta en una tensión constante.

 

Julián León Camargo

 

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(1) A menudo, cuando Kirsten habla de sus trabajos, se para delante de ellos y mientras explica el proceso de producción imita con su cuerpo la forma de estos; se encoje de hombros, extiende los brazos, junta las piernas, inclina la cabeza, flexiona las rodillas y contorsiona su cuerpo conforme a los retazos de lona cortada detrás de ella. Hay una relación directa entre las formas orgánicas de estos trabajos y su propio cuerpo, un cuerpo atravesado por distintas experiencias en estos años argentinos. Afectos, dolores, alegrías, enfermedades, etc. A un ojo atento, afectuoso, no se le escaparan estos rasgos en su obra.

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