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La historia canónica del arte occidental no incluyó sino tardíamente los nombres de artistas mujeres. No es algo que solo se verifique en las artes visuales, sino que la memoria histórica de casi toda la vida cultural y social relegó la obra exquisita y brillante de muchas mujeres a los márgenes -muchas veces en condición de excepción- de la escena. Obviamente hablo de Occidente. 

 

La inauguración de esta muestra de artistas mujeres, en una galería dirigida también por una mujer, es un gesto que impone con la contundencia de lo real que la hegemonía está -por lo menos y felizmente- empezando a desmoronarse. Era hora de que el valor, la belleza, la maestría de la obra de cualquier artista sea vista como lo que es: la obra de una persona que hace arte. 

 

La lucha de las mujeres llevará tiempo y esfuerzo, deconstruir discursos no es fácil ni rápido pero la certeza es que no será posible detener este río. Siglos de injusticias y opresión gestaron el impulso del que somos testigos estos días. 

 

Este grupo de obras realizadas por artistas intensas y ambiguas es un espejo de encuentros y desencuentros de la línea, estructuras tan sólidas y elocuentes que parecen entrar al status quo con la fiereza con la que se llega a un campo de batalla. Cada una de estas mujeres hace su arte dentro del mundo de la abstracción geométrica. 

 

Andrés Waissman 

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